Al oír eso, Nanami dudó unos segundos. Pero terminó obedeciendo a su hermano y alejándose de él.
Tayuko esperó a que Nanami estuviera con nosotros. Cuando ella llegó, esperó unos instantes. Nanami nos ayudó a levantarnos.
-Coged aire cuando os diga -nos susurró acercándose a nuestros oídos- y cuando Tayuko de la señal, no respiréis. Correr, correr todo lo que podáis. ¿Entendido?
Ambos asentimos y esperamos la señal de Tayuko.
Muchas preguntas se cruzaron por mi mente en ese momento. ¿Sería la última vez que vería este lugar? ¿Sería este el final de nuestras vidas?
Dirigí mi mirada a Nanami, que, con la respiración entrecortada, luchaba por mantenerse en pie. Luego me fijé en Dai, que la ayudaba a mantener el equilibrio.
¿Estás eran las consecuencias de la guerra? Gente inocente moría, por personas egoístas que querían conseguir poder, sin pensar en nada más que en ellos mismos.
Las imágenes que estaba viendo en aquel momento lo demostraban, y eran catastróficas. No podía creer que pudiera estar pasando de verdad.
De repente, una mano surgió de la tierra no muy lejos de nosotros. Shun.
No pude evitar gritar. Dai me tapó la boca con sus manos.
-¡Ahora! Coged aire -alertó Nanami.
Cuando Dai apartó sus manos, comencé a llenar mis pulmones de aire, que llevaban con él, el aroma de las cenizas.
Muy deprisa, Tayuko sacó de su mochila un kunai, que llevaba enganchado dos pequeñas bombas de humo. Con un veloz movimiento, lanzó el kunai justo al lado de la mano, surgiendo enseguida una gran humareda de color morado.
"Veneno" pensé. Por eso Nanami nos había dicho que cogiéramos aire.
-¡Correr! -chilló a lo lejos Tayuko.
Y de inmediato, la mano de Nanami agarró la mía y nos sacó de allí velozmente.
Corría sin parar y mis piernas tropezaban una y otra vez. Pero Nanami me sostenía con todas sus fuerzas para que no quedara atrás.
Llegamos al final, dónde el humo envenenado ya se dispersaba, y pudimos volver a abrir los ojos. La noche oscura, aunque iluminada por las grandes llamas que incineraban la aldea y, que también, incineraban mis recuerdos.
Nos escondimos por un callejón que no había sido destruido, y nos paramos allí unos segundos para coger aire.
Daí cayó al suelo, exhausto.
-¿Has respirado veneno? -preguntó enseguida Nanami sentándose a su lado, preocupada.
-Creo que no.
Acercó sus manos al pecho de Dai.
-Deja que te cure las heridas -dijo Nanami con voz dulce.
No me había fijado, pero Dai iba lleno de arañazos y tenía una profunda herida en el hombro.
Mientras mamá curaba a Dai, me asomé por el callejón. A lo lejos, se veía el humo morado. Y formas brillantes recorriendo aquel cielo. Sin duda, la batalla ya había comenzado.
Nanami acabó de curar a Dai y comenzó a pasar el jutsu médico por su garganta. Como muchos de los jutsus, entre estos la técnica que había usado contra Shun, también le afectaba, en menos intensidad, a ella.
-Quedaros aquí, ¿de acuerdo? -dijo cuando acabó de pasar el jutsu médico por su cuello.
Esas palabras nos pillaron con la guardia baja.
-¿A dónde vas? -le preguntó Dai sobresaltado.
-A ayudar a Tayuko.
-Pero ha dicho que no volvamos -repuse enseguida.
-Lo se.. -contestó ella después de pensarlo unos largos segundos- Pero no puedo dejarlo así.
Dai agachó la cabeza intentando contenerse, pero no lo logró.
-¡No puedes hacer nada por él! ¡Si vuelves allí morirás! ¡Apenas puedes mantenerte en pie, y has agotado casi todo tu chakra! -chilló Dai- No puedes ayudar a todo el mundo, mamá..
El silencio inundó el oscuro callejón.
-Debéis iros de aquí -sentenció al final.
Dai agachó la cabeza, impotente.
-¡Ya no puedo más! -una lágrima se deslizó por la mejilla de Dai- ¡Eres demasiado.. Terca! ¡Haz lo que quieras! ¿Sabes? ¡Haz lo que quieras! ¡Pero si vas allí morirás! ¿Eso es lo que quieres? ¿Qué pasa con nosotros? ¿Qué pasa con Kushina?
Al escuchar mi nombre me sobresalté, me apoyé en la pared del callejón, y comencé a llorar. ¿Qué podía hacer yo? No podía pronunciar ninguna palabra.
Nanami suspiró, en parte avergonzada.
-Yo no puedo ir con vosotros. Tú y Kushina debéis sobrevivir, por la próxima generación, escapar ahora que podéis.
-¿Por qué no puedes venir con nosotros..? -conseguí pronunciar, aunque con voz débil.
Silencio de nuevo.
-¿Es por venganza? -inquirió Dai, muy serio, frente a ella.
El rostro de mi padre apareció en mi cabeza al escuchar la palabra venganza. Luego fue desapareciendo, hasta encontrarme de nuevo con él, ensangrentado encima mía, salvándonos la vida a Nanami y a mi.
Mamá asintió lentamente.
-Puedes conseguirlo, Dai. Puedes salvarte a ti y a Kushina -sonrió débilmente, y luego se acercó a su oído, para que yo no pudiera escucharlo, y le susurró con un débil hilo de voz- Mi futuro se acabó en el instante que tu padre murió.